jueves, 26 de junio de 2008

Caos Calmo

Nacionalidad: Italiana

Sinopsis.

Un día de verano, Lara muere de improviso, pero él no estaba con ella: en ese momento, estaba en la playa, y salvando la vida de otra mujer, una desconocida. Su hija, Claudia, tiene diez años y está en quinto de primaria. Pietro la acompaña el primer día de curso y, de repente, decide esperarla hasta el final de las clases. También se queda allí el día siguiente y los posteriores.

Pietro se refugia en el coche para esperar que llegue el dolor; observa el mundo desde el punto en el que se ha establecido y poco a poco descubre el lado oculto de los demás. Sus jefes, sus compañeros de trabajo, amigos, parientes, todos acuden a él para consolarle, pero, en cambio, le cuentan sus penas y preocupaciones y se rinden ante su incomprensible calma. Pero, después del caos calmo, para Pietro empieza un tiempo para el despertar.

Comentario del director

El reto que me planteé con esta película fue que el protagonista permaneciera la mayor parte del tiempo en el mismo sitio, pero sin transmitir nunca una sensación de estatismo. Al leer la novela de Veronesi, llegué a la conclusión de que Pietro permanece ante el colegio no sólo para seguir de cerca la reacción de su hija, sino, sobre todo, para vigilar el relato de su propia vida, para sujetarlo firmemente entre sus manos.

Estaremos de acuerdo con Carlo, el hermano de Pietro, cuando le dice que es posible que Claudia, al no ver sufrir a su padre, no sea capaz de exteriorizar su propio dolor. Por todo eso me parece que no hay que abandonar nunca a Pietro: todas las escenas giran en torno a él, tanto en sentido figurado como físico. Toda la historia está narrada desde su punto de vista. Técnicamente, he utilizado movimientos de cámara que me permitireran describir sus emociones, respetando su pudor ante el dolor y su intento de tenerlo bajo control.

Me gustaría haber logrado contar esta larga espera recogiendo lo que está tan bien contado en la novela: la desorientación de los hombres contemporáneos ante la imposibilidad de elaborar un luto, sin poder confiar ni en una tradición religiosa ni en una tradición laica.

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